Una cosa he demandado a Jehová, esta buscaré; que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo. – Salmo 27:4

PREFACIO

Crecí en las afueras de la ciudad de Nueva York. Cuando tenía cinco años, mi padre nos llevó a mi hermano mayor y a mí a las montañas Adirondack en el norte de Nueva York, cerca de Canadá.

Después de caminar por el bosque de pinos con el sol filtrándose entre los árboles, cruzar caudalosos arroyos, y contemplar el reflejo del sol en el agua, llegamos al campamento donde mi papá nos preparó la cena en un fuego crepitante que olía absolutamente increíble. Esa noche, dormimos en sacos de dormir, solo nuestra nariz estaba expuesta al gélido aire mientras disfrutábamos del cálido y acogedor interior. Al día siguiente, bien temprano, desayunamos de maravilla y preparamos nuestras mochilas para subir a la cima de la montaña más alta del estado de Nueva York, el monte Marcy. Por el camino, trepamos por rocas, cruzamos arroyos, saltamos de roca en roca y finalmente llegamos a la cima del monte Marcy. Las vistas eran increíbles, con cientos de kilómetros de montañas y lagos a nuestro alrededor. ¡El sándwich y la naranja que me comí en la cima nunca me habían sabido tan bien!

Cuando recuerdo aquella experiencia, ahora que tengo 79 años, me acuerdo de esas emocionantes observaciones, de las increíbles alturas y de los estimulantes sonidos y olores, pero el recuerdo más importante y reconfortante, lo que me bendice hasta el día de hoy, fue estar con mi padre mientras me ayudaba por el sendero, me daba de comer y me ayudaba a ver todos los paisajes. No fue sólo por lo que hizo, sino porque, a través de dichas acciones, su amor por mí era tan evidente; su presencia me hizo sentir cuidado y me aseguró su continua guía y protección.

Mientras viajas conmigo en este libro a través de más de 50 años de lo que yo he visto, oído y participado en más de 10 países, mi oración es que seas impresionado por lo asombroso que es nuestro Dios, lo preciosa que es su presencia, y lo bendecidos que somos por ser sus hijos y su novia, y como resultado pasar toda la eternidad con él, disfrutando del placer de su presencia y la alegría indescriptible de lo que él es. Jesús es nuestro esposo, y una relación perfecta con él está disponible hoy, la cual él nos invita a disfrutar cada vez más. Él quiere relacionarse con nosotros, mostrarnos lo que él ha preparado para que nosotros sepamos, ¡y que caminemos con él para su gloria y nuestro deleite!

Que Dios te bendiga con lo que él me ha pedido que escriba para ti.

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INTRODUCCIÓN

En diciembre de 1971, mi esposa y yo éramos hippies sin ideas sobre el cielo o el infierno. Recuerdo haber pensado que, de alguna manera, al morir, simplemente pasaría a otro lugar divertido para disfrutar eternamente de cualquier deseo. Cuando murieron tres de nuestros amigos, mi esposa empezó a preocuparse por la vida después de la muerte. Mi promesa de que todo estaba bien no la calmó. Un nuevo inquilino del complejo de apartamentos que administrábamos mientras yo cursaba estudios de posgrado en Davis, California, nos había dicho que, si alguna vez queríamos hablar de la vida después de la muerte o de la Biblia, se lo hiciéramos saber. Mi esposa aceptó su oferta y le pidió que se reuniera con nosotros. Mientras esperábamos a que llegara, puse una nueva mezcla de “sólidos” (tabaco y drogas) en mi pipa de agua y tomé otro coñac.

Cuando entró, preguntó de qué queríamos hablar, a lo que mi esposa respondió: “¿Qué pasa después de que morimos?”. Él respondió: “Eso es sencillo. ¿Eres perfecta?” Todos nos reímos un poco y estuvimos de acuerdo que, por supuesto que no, nadie lo es. Añadió que ése era el problema: el creador de la humanidad y de todo lo que vemos es perfecto, y nosotros imperfectos, por tanto, le debemos una multa. Nosotros pagamos esta deuda quemándonos de dolor en un lago de fuego eterno, o dejamos que él pague la multa con una gran bolsa de dinero que ganó al morir en la cruz; nosotros elegimos. Todo lo que tenemos que hacer es pedirle que la pague con la bolsa de dinero, después de morir, nos reunimos con él en el cielo para gozarnos con los demás; la elección es nuestra. Luego nos invitó a reunirnos regularmente con él para aprender lo que dice la Biblia.

Acordamos reunirnos con él semanalmente. Cuando se fue, miré a mi esposa y le dije: “Puede que esté equivocado o tenga razón”. ¡El poder increíble de la lógica aun estando drogado y borracho! Añadí: “Si está equivocado, no importa, pero si tiene razón, podría importar, así que, por si acaso...”. Hablamos luego con Dios y le pedimos que pagara la deuda de nuestras imperfecciones para poder ir al cielo cuando muramos, en vez del lago de fuego.

Lo que sucedió después fue sobrenatural. Tanto mi esposa como yo perdimos el deseo de beber; de hecho, nos deshicimos y tiramos todo nuestro alcohol. Nuestras vidas empezaron a cambiar cuando descubrimos lo que decía la Biblia y simplemente hicimos lo que decía. Por favor, no pienses que todo fue bien y que vivimos felices para siempre. Hubo tiempos desafiantes y difíciles en la vida después de esta decisión. Lo que sí sucedió fue que ambos nos “salvamos”. ¡Pasamos de perdidos a salvos! El camino desde ese momento hasta hoy ha sido de más de 50 años, y confieso que tuve algunas tragedias y períodos de rebelión contra el Señor. Pero cada vez, Dios fue fiel al enviarme hombres que me ayudaron a ver de nuevo su gran amor por mí y a volver al buen camino.

Sólo en años recientes he llegado a comprender cómo mucho de lo que he aprendido y en lo que he participado encajan para ser como lo que Jesús modeló para nosotros con sus discípulos. Ahora le pido al Señor que me use para iniciar la multiplicación de generaciones de hacedores de discípulos que continúen por generaciones. Es con humildad y un corazón para ayudar a los demás que he escrito este libro para que otros tengan la oportunidad de aprender de lo que Dios me ha enseñado y quizás hacer un mejor trabajo en su vida temprana, siguiéndolo y siendo usados para entrenar a hacedores de discípulos que a su vez entrenarán a otros hacedores de discípulos, continuando durante muchas generaciones para alcanzar a muchos perdidos.

Mi oración es que, al leer este libro y repasar estas siete áreas de enfoque con el Señor, le pidas a Jesús que te ayude a ser más como los que se describen en Isaías 52:7: ¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas, del que anuncia la paz, del que trae nuevas del bien, del que publica salvación, del que dice a Sion: Tu Dios reina!

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About the Author

¿Hay algo más en la vida?

Sí, ¡mucho más!

Siete áreas de interés te esperan desde el corazón de Dios.

Encuentra propósito y gozo al compartir las buenas nuevas de Cristo Jesús con los perdidos y ver vidas salvarse por generaciones futuras.

Rob Nash es un creyente de más de 50 años y pastor ordenado durante más de 20 años. Actualmente sirve como pastor de misiones en Calvary Vista en el sur de California, donde reside. Rob es viudo, tiene dos hijos casados y dos nietos.

Entrenado y experimentado en educación, química, investigación, fabricación y redes informáticas, Rob se jubiló y entregó su vida al ministerio de tiempo completo en el 2001.

Su caminar personal con Jesús y las oportunidades de ministrar en más de 10 países le han brindado una rica amplitud y profundidad tanto de enseñanzas como de experiencia de las cuales sacar provecho. Hace más de 10 años que Dios le pidió a Rob que escribiera este libro, y le ha llevado todo ese tiempo sondear la profundidad de su propio corazón y el corazón de Dios para ofrecerte siete áreas de interés para orar y reflexionar mientras buscas la voluntad de Dios en tu vida para su propósito y su gozo.

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